Y encontré trabajo desde mi ordenador


Esta es mi historia personal. Tengo una profesión pero no tiene nada que ver con el mundo laboral ni de los recursos humanos. Es un tema que me interesa, del que aprendo, pero poco más. Abrí este bitácora porque el pasado 1 de enero pasé a ser un desempleado en busca de empleo. Y abrí este rincón digital porque, aunque hay lectores a quienes disgusta este juego de palabras, yo no me considero un parado.

En realidad, puedo considerar que tuve suerte, desde el 28 de octubre de 2009 la empresa nos avisó de que "en breve" cerraría la sede donde trabajaba y que su personal sería despedido o trasladado. Esa situación incómoda, tener que cumplir un horario sabiendo que quizás fuera el último día como trabajador de "mi" empresa, se prolongó durante dos meses más, hasta que se hizo efectivo el despido el día 1 de enero de 2010.


encontré trabajo con mi ordenador

En mi caso empecé a movilizar mi agenda de contactos el mismo día 28 de octubre, acción que continué durante todo el mes de noviembre. Luego la larga espera hizo algo de mella en mi ánimo y durante el mes de diciembre no moví nada más porque, entre otras cosas, no era una buena estrategia laboral asistir a una entrevista para luego decir que "aún no puedo empezar porque todavía no se ha solucionado mi situación anterior". Así que lo dejé estar.

En enero resolví todo el papeleo y los formalismos alrededor de esta situación, al tiempo que le dedicaba unas horas diarias a este blog. En realidad, a informarme y a formarme, puesto que este bitácora sólo cumple la función de "diario de búsqueda". Asistí a mis sesiones de tutoría de empleo que se me asignaron en el BAE (Servicio de Búsqueda Activa de Empleo) de mi Comunidad Autónoma. Aunque fueron pocas, unas cuatro, me ayudaron a orientar mi profesión, elaborar un buen currículum y a enfocar una entrevista de trabajo.

A mediados de febrero inicié mi propia búsqueda activa, limitándola inicialmente a ofertas online, a través de todos los recursos disponibles que hay actualmente en la red, que son muchos y muy diversos.

Durante la primera semana de marzo ya estaba optando a dos puestos de trabajo, pero mientras negociaba condiciones y me entrevistaban, uno de los contactos realizados el pasado mes de noviembre se "reactivó". Una llamada, un envío de currículum, una entrevista, una negociación de condiciones y... mañana firmo mi contrato, si nada se tuerce o la vida me depara sorpresas inesperadas.

Hay un tanto por ciento interesante de suerte en todo esto, pero detrás hay un porcentaje de constancia, de ánimo, de levantarme una y otra vez cuando las cosas no han salido como esperaba. De ahí que, desde este modesto rincón venda con tanta pasión y ahínco una actitud positiva, constructiva, de lucha constante. No hay que confundir positivismo con conformismo o pasividad. En absoluto. Tampoco hay que huir de esta recomendación porque huela a autoayuda-pague-usted. Nada más lejos de la realidad, ya he dicho que ni me dedico a esas tareas ni podría dedicarme por falta de formación técnica en el asunto.

Pero verás, querido lector, yo no sé como va a resultar esta nueva aventura profesional, que va a implicar cambios de horarios, conocer a nuevas personas, emprender nuevos proyectos y nuevos retos, pero este momento es mío y pienso vivirlo. Estoy ilusionado al tiempo que mezclo ese sentimiento con algo de vértigo. Ahora estoy aquí, escribiendo, proyectando mis deseos, mis ilusiones. Es lo único importante en este preciso instante.

Los noes, los horribles, los fatales, los pésimos y cualquier otro calificativo que me inmoviliza, me paraliza, evita que tome las riendas de mi situación personal, al margen de autoayudas y otras milongas, frases y consejos repetidos hasta la saciedad, son pesadas cargas que ya poseo. Están ahí, arrimadas a un lado, guardadas en un cajón olvidado. No me hace falta trabajo ni lucha ni constancia para "disfrutar" de una buena dosis de autocompasión y lástima por la situación personal vivida. Así que yo, mi caso, sin querer mostrar ni enseñar, decido guardar esos lametones de quejas en un cajón y opto por el otro camino.

Los resultados, están ahí. Desde aquí, mi intención es invitarte a plantear una nueva perspectiva, invitarte a levantarte de ese sillón atrapa-vidas, apagar la televisión, sentarte en una mesa con una libreta y un bolígrafo y que empieces a planificar tu presente y a proyectar tu futuro.

Huye de los pesimistas, de los derrotistas, de los que ven el vaso medio vacío cuando está medio lleno, de los que hunden el barco aunque esté varado en el muelle, huye de los catastrofistas, de los que señalan siempre hacia fuera, de los que buscan constantemente culpables. No aportan nada a tu vida, salvo una horrible sensación de inmovilidad, de que nada va a cambiar, de que tu vida no vale un chavo y de que tu profesión, aquello con lo que disfrutas, no merece la pena.

Yo creo que sí. Tú, yo, merecemos la pena. Y esto no es autoayuda, sino un "estamos hasta los mismísimos de vuestra crisis".

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