Me apunte usted ahí, en la lista del paro


la cola del paro

Son las ocho y diez de la mañana y en la puerta de la oficina de empleo hay ya unas 20 personas esperando. No son muchas para lo que me han contado, debe ser cosa del día, 5 de enero. Paso de esperar y de su política de abrir a las y media.

Me voy a tomar café aquí, al lado, que son cinco minutos y tanto no cambiará la cosa... Ya estoy aquí y cambió en otras 10 personas más a la espera.

Abren la puerta y se empieza a dar números. Son las y media. Tengo el 23 en un bonito papelillo blanco que lo representa todo ahora mismo. Primero a la mesa del servicio autonómico de empleo. Me atiende una laboral, temporal. Amable, atenta y dispuesta.

Me hace un registro como demandante muy "por encima". No hay tiempo para más, pero si yo quiero puedo pasar por la mesa del BAE. ¿El BAE? El servicio de Búsqueda Activa de Empleo. Hay 5 mesas disponibles para este servicio pero sólo una chica. ¿Y las otras 4 mesas, para qué?

En realidad, en toda la oficina hay 30 mesas pero apenas 10 están en activo. Las otras 20 están para rellenar espacio. Al final cita para el próximo miércoles, para ese BAE. Vuelvo a coger ese número tan representativo, los papeles y a la silla de espera otra vez.

Toca ahora pasar por el INEM, osease, por las mesas ocupadas por los funcionarios del Servicio Nacional de Empleo. Toca esperar porque estos, que son de "otra índole", de "otra pasta", con "otro sabor", van a su ritmo, pausado, al pim-pam, sin prisas ni agobios y un sustitúyeme tú que salgo a desayunar.

Los que venimos de las mesas de al lado, del sector "autonómico" nos vamos entongando en la zona de espera, porque si los unos no hacen sustituciones y dejan las mesas vacías, los otros, el sector "nacional", no es menos e igualmente tienen más de la mitad de sus mesas cantando alabanzas a su ausente dueño, con unas bonitas bolas navideñas colgando aquí y allá.

Por fin, mi 23 brilla en el indicador y me toca. A la mesa 7. Me atiende un joven, supongo que contratado "para sustituir" y no dejar definitivamente todo el servicio muerto. Habla bajo o está algo sordo porque parece que no nos entendemos. ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh? ¡Chaval, te faltan cinco vocales más! ¡Diversifica!

¡Vaya, de "paro" me toca apenas algo más de la mitad de lo que era mi sueldo! ¡Qué cosas! ¿Y esto, cuando se cobra? Los días 10, al parecer. Le diré a mi banco que si no le importa y me retiene la hipoteca hasta el 11.

Será que no, casi seguro.

¿Y cuántos meses dice usted que...? ¡Joder! ¿Solamente?

Termino saliendo a las once de la mañana de allí, somnoliento, con la sensación de llevar una marca en el costado, como el ganado.

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